miércoles, 29 de agosto de 2012

Satyagraha y el movimiento social en Chile


En 1906 Gandhi desarrolló el concepto de Satyagraha como herramienta en sus luchas políticas contra los poderes coloniales en Sudáfrica y la India. Esta idea, fundada en conceptos propios del hinduismo, pero también de otras fuentes de pensamiento occidentales y orientales, básicamente se centra en la construcción de mecanismos de lucha contra un poder político abrumadoramente superior por medios no violentos. Basta ver la historia de para apreciar lo exitoso de su propuesta.

Más allá de su trasfondo que hace del pacifismo una forma de vida, es evidente lo estratégicamente adecuada de Satyagraha, ya que recurrir a medios de lucha violentos  para terminar con el colonialismo muy probablemente no tuvieran tenido el éxito en el mediano plazo, acumulando además un altísimo costo en vidas humanas y en el desarrollo cultural para la India. Es imposible no acordar que además de un hombre espiritual, Gandhi fue un gran estratega.

Hoy en Chile parece que algo podemos aprender de Gandhi, el estratega.

En estos momentos una parte importante de los Chilenos, fervorosamente motivados por los jóvenes, piensa que necesarios hacer una serie de cambios en nuestra sistema político, social y económico. No obstante estas aspiraciones se ven enfrentadas al poder de un sistema de político diseñado para evitar cambios significativos en la estructura rectora de la vida en este país. Tenemos entonces por un lado las demandas por modificar nuestras condiciones de vida y, por otro, un poder abrumador no dispuesto a hacer estos cambios. Ciertamente hoy y aquí ese poder no es una fuerza militar colonialista, dispuesta a disparar muy fácilmente, pero el resultado es el mismo, un poder fuertemente armado con el imperio de la ley y la complacencia de una clase política autopoiética que se han entronizado las últimas décadas.

En esta situación es evidente para muchos, especialmente para los más jóvenes, que se debe lucha contra el poder, ya que se hace evidente que este por si mismo no hará los cambios que a todas luces parecen necesarios. No obstante, parece también evidente que esa lucha ha seguido un camino ambiguo entre la movilización pacifica y el uso de la violencia en contra de iconos del poder y todo aquello que pueda ser carbonizado.

Es aquí donde las enseñanzas Satyagraha adquieren relevancia, ya que sólo la lucha basada en la no-violencia es realmente la única vía de enfrentar este poder, cuya principales armas son la legalidad y la falsa sensación de bienestar del modelo en que vivimos. Estas dos armas solo pueden ser contrarrestadas eficientemente por medio de convocar a la mayoría de los chilenos a apoyar un cambio político, convocatoria que debe considerar que precisamente la señalada apariencia de bienestar en que vivimos, es completamente reactiva a la violencia.

De hecho, cabe preguntarse cual él es el imaginario de aquellos que esperan detonar cambios por medio de la lucha violenta. Es dable preguntarse si asumen que encapucharse, quemar bienes públicos o privados o enfrentarse a piedrazos con la fuerza pública derrocará al poder. Más aún parece evidente que sus precarios medios de lucha son tolerados por el poder, ya que Carabineros, una fuerza militarizada, y los medios de inteligencia efectivamente podrían dar cuenta de ellos sin grandes esfuerzos. La ilusión de la piedra, el casco de obrero y bombas incendiarias de bajo poder ya la vivimos hacia finales del gobierno de presidente Allende, cuando los partidos de izquierda de la época se preparaban con estos mismos medios precarios para defender al gobierno. Obviamente, al golpe militar dejo claro que eso no eran más que juegos afiebrados.

A todas luces parece claro que hoy la protesta violenta es aprobada por el poder, ya que es la mejor contramedida que tienen contra aquellos que aspiran a dar un nuevo rumbo a las cosas. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que después de cada movilización callejera los medios de comunicación se centran en los desmanes, autobuses quemados o el número de personas vestidas de negro detenidas, construyendo una imagen del caos que saldrá de los cambios que los movilizados estas proponiendo.

Gandhi y su Satyagraha lograron cambiar profundamente la historia de uno de los países más poblados del mundo. Su estrategia señala un camino que hoy en Chile puede efectivamente convocar a la nación hacia un nuevo sistema político, social y económico.

Luis E. Cornejo B.

martes, 8 de mayo de 2012

CHILE FEDERAL


“al dividir una marraqueta en dos no se obtiene dos marraquetas,
sino que sólo dos pedazos…”


En los últimos tiempos ha tomado fuerza la idea que es necesario incrementar la autonomía de las regiones. Algunas modificaciones legales caminan hacia allá, por ejemplo la Ley de Monumentos Nacionales, e incluso hace unos días un político proponía en televisión un Chile Federal.

Por supuesto que esto es una idea atractiva en regiones y seguramente tendrá el respaldo de aquellos que necesitan esos votos.

Hay algunas razones a que a mi juicio hacen que esta idea sea una mala idea. Para construir una nación con regiones autónomas es necesario que los flujos de la riqueza circulen en patrones diferenciados regionalmente, cuando lo que realmente ocurre es que en Chile el flujo de la riqueza fluye hacia Santiago o, más bien dicho, hacia la parte alta de Santiago. Por otro lado, la distribución de los profesionales en Chile esta altamente concentrada en Santiago, lo que hace que en algunas regiones no existan profesionales capacitados para generar criterios en la toma de decisiones.

Estas condiciones eventualmente podrían alterarse generando las condiciones como para alterar estos patrones, aunque es muy probable que en un estado democrático esto no se logre, ya que implicaría necesariamente mover personas a regiones, algo así como los mitimaes Inka.

No obstante hay otra condicionante más estructural que a mi juicio es aún más importante. Chile tiene un tamaño y una cantidad de poblaciones que no alcanza a formar una masa critica como para que las decisiones tomadas regionalmente tengan un alcance únicamente regional. Un buen ejemplo de esto es la discusión existente sobre el Mall de Castro, donde las autoridades municipales, en incluso una parte importante de la población de la ciudad, apoyan esta construcción pese a que muchos otros chilenos piensan que atenta contra un patrimonio que les es propio también.

Lo anterior no quiere decir que el Estado no tenga una deuda con las regiones, pero esa es la misma deuda que el Estado tiene con aquellos que viven en los barrios populares de Santiago. Esa deuda básicamente se debe a que en esencia del Estado en Chile tiene por función proteger a los flujos de la riqueza y a quienes están a ellos asociados. De esta manera, entonces lo que se requiere para que las regiones se desarrollen adecuadamente es reconstruir el Estado, dándole la fuerza y las capacidades para preocuparse de toda la población, sea que esta viva en rio Jorquera, un apartado valle de la cordillera de la III región, o en la comuna capitalina de La Pintana.


Luis E. Cornejo B.

jueves, 22 de marzo de 2012

CHILE…UN PAÍS REMEDO

En un recorrido meditado por el centro de Santiago es posible advertir una cosa siniestra. Los chilenos no son individuos, solo son remedos de algo. Las mujeres son imitaciones de una imagen proyectada por las pantallas de la televisión o los catálogos de las multitiendas. Los hombres por su parte aparentan ser jugadores de futbol, visten poleras con el nombre de algunos o tenidas deportivas para fuera de cancha. El individuo chileno se desgrana en la maquina del mercado. Pierde entereza, sustancia y se convierte en una mala copia de un modelo elaborado por leyes de la mercadería y el merchandising que tienen vida propia…una vida no humana.