1) La propiedad privada de los medios de producción
2) La
acumulación de riqueza como principal objetivo
3) Define
clases sociales especificas
4) Permite
la movilidad social
5) Se
centra en la libertad de empresa y de asociación
6) El
libre mercado
7) Mercado
regulado por la oferta y la demanda
8) Promueve
la competencia
9) Reconoce
la libertad de trabajo
10) La
mínima intervención del Estado
A partir de este listado es posible analizar cuales de ellas se cumplen
en Chile. Las primeras tres, la propiedad privada, la acumulación de riqueza y
clases sociales definidas, sin duda se cumplen. De hecho, Chile es uno de los
pocos países del mundo que tiene privatizado donde servicios básicos como el
trasporte público o bienes esenciales como el agua, son considerados un medio
de producción en manos de privados. Lo mismo ocurre con la décima característica
definida, ya que el Estado Chileno casi no tiene injerencia en los medios de
producción y, a la vez, prácticamente no tiene atribuciones o recursos para
fiscalizar las actividades de los privados. En la misma línea, el sistema promueve
la definición detallada de las clases sociales, lo que lleva incluso a guetos donde
cada clases reside, estudia o pasa su tiempo libre.
Sin embargo, las otras características listadas las cuales no son cumplidas
por el sistema chileno o, al menos, existen muchas limitaciones.
La movilidad social, si bien no existe una medida expresa para evitarla
y hay un porcentaje de personas que pueden acceder a mejores condiciones
económicas que las que tenían sus padres, alcanzar la parte más alta de escalafón
social es una tarea casi imposible, existiendo varias practicas sociales que
promueven que el poder económico se mantenga dentro de la misma clase. Los
directorios de empresas o los cargos de altas gerencias son asignados a
personas de familias conocidas o entre excompañeros de colegio.
La libertad de empresa y la libre asociación para acometer proyectos productivos
efectivamente existe, pero esta sólo en manos de los que ya detentan el capital,
que tienen el acceso privilegiado al crédito y los contactos necesarios para
gestionarlos.
El libre mercado, su regulación por la oferta y la demanda y la libre
competencia, algunos de los estandartes principales del sistema capitalista, son
constantemente asediados por la colusión entre las empresas de distintos rubros
para ponerse de acuerdo en precios y cuotas de producción, operando tal como carteles
de narcotráfico cuyos miembros se conocen desde que estaban en el colegio. A la
vez, el sistema ha desarrollado un control sobre la demanda que se basa en la
publicidad, muchas veces engañosa, desplegada en todos los medios de comunicación
pública posibles, muchas veces generando demandas que no están relacionadas con
reales necesidades.
Por último, si bien se reconoce la libertad de trabajo, esto nuevamente
es delimitado por el origen de las personas, que como dijimos se anida en
guetos geográficos y de relaciones sociales. De esta manera, existe libertad de
trabajo, pero sólo dentro de ciertas posibilidades que el sistema de guetos
permite.
De esta manera es evidente que Chile no es un país capitalista o, más
bien dicho, todas las opciones que este sistema ofrece sólo están disponibles
para una clase social, cuestión que asemeja al sistema chileno al feudalismo. En
este sistema, teóricamente extinto, también existía la definición de clases
sociales estancas, con escasas posibilidades de movilidad social, donde la
riqueza era acumulada por los mismos, existía un compromiso de obediencia y
trabajo entre vasallos y nobles, que hoy sería entre trabajadores y
empleadores, y, además, así como en el Chile la iglesia tenía un gran poder
dentro del orden social.
Así se podría pensar que realmente Chile es un país post-feudal, pero
en ningún caso un país capitalista.
Luis E. Cornejo B.