El desierto de Atacama alberga una parte importante de la historia cultural de Chile. Recientes investigaciones en la Pampa (Qba. Mani) descubrieron sutiles evidencias de los primeros Chilenos que aquí habitaron hace más de 14 mil años. Está surcada por antiguos huellas que unían a los pueblos desde el altiplano a la costa y que todavía se utilizaron durante el auge salitrero, cuyas instalaciones dispersas por la pampa nos hablan de la formación del Chile del siglo XIX.
Toda esta riqueza, no obstante, está siendo destruida de manera masiva por una actividad que, si bien en teoría podría tener algunos beneficios económicos por medio del turismo, destruye un importante archivo de nuestra historia. La huella dejada por los competidores en el 2011 se extiende en nuestro país por cerca de 2439 km y, aunque considerando que una parte de ella trascurre por caminos existentes, es factible estimar que la superficie impactada podría ser equivalente a unas 15.000 hectáreas1, es decir unas tres veces las represas de HidroAysen. En la competencia del 2011, el Consejo de Monumentos Nacionales informó que se afectó en distinto grado cerca del 45 % de los sitios arqueológicos que habían sido identificados en la ruta, pese a la implementación de algunas medidas para protegerlos.
Es indiscutible que es completamente equivocada la política estatal que ha favorecido desde las más altas autoridades esta empresa. De hecho, el Estado paga una importante para que se realice en Chile este seudo-deporte, una actividad de elite y muy alejada de las nociones modernas de desarrollo sustentable, protección de medioambiente y patrocino del desarrollo cultural local. Dicho de otra manera, el estado está pagando para que destruyan nuestro patrimonio arqueológico y la riqueza escénica del desierto, dos de los valores que Chile mejor puede promocionar para atraer permanente a turistas a nuestro desierto.
Luis E. Cornejo B.
Arqueólogo
Ver el informe del CMN
lunes, 1 de agosto de 2011
miércoles, 27 de julio de 2011
CAPITALISMO ANTROPÓFAGO
En los últimos años Chile ha exhibido cifras macroeconómicas que tiene satisfechos a muchos. En términos de crecimiento le país pareciera que se acerca a aquellos países definidos como Desarrollados. No obstante, a la luz de recientes acontecimientos en el mundo de Comercio, es necesario preguntarse cómo se ha erigido ese crecimiento. Si bien una parte de esas cifras proviene de actividades productivas (industria manufacturera, agricultura, etc.), otra parte proviene del comercio, la prestación de servicios y la banca, actividades donde las prácticas abusivas se han empezado a hacer cada día más evidentes.
Desde repactaciones sin consentimiento, pasando por créditos con intereses usureros, carreras universitarias sin campo laboral o “ajustes de sencillo”, demuestran con claridad que todas esas industrias tiene una base en la obtención de ganancias ilegitimas, ganancias que exprimen el esfuerzo de las personas, exprimen su energía trasformada en dinero por medio del trabajo asalariado. A la vez, una parte importante de estas industrias explotan a sus trabajadores, imponiendo jornadas de trabajo extenuantes, impidiendo la organización sindical o, simplemente, no respetando el derecho a la silla.
De esta manera, es posible pensar que un porcentaje, por ahora difícil de evaluar, del tan aclamado crecimiento de la economía chilena proviene de la obtención ilegitima de ganancias. Esto ocurre en el concierto de una ideología capitalista en la cual la única meta es maximizar las ganancias, en el marco de un Capitalismo Antropófago que se alimenta de los ciudadanos comunes.
Ciertamente que esto en gran medida se debe a que esta Ideología ha permeado al Estado, ya que si bien en muchos casos existen leyes que definen lo que es legítimo, el mismo Estado no se ha dotado de los instrumentos, personal ni recursos para fiscalizar el cumplimento de las leyes y proteger a sus ciudadanos. En el siglo XVII Thomas Hobbes propuso que pese a que “el Hombre es el Lobo del Hombre” tiende a ser racional y darse un orden, los Estados o las Repúblicas, que viene a “…ser un hacinamiento del poder resultante del egoísmo colectivo”. Lamentablemente más de 400 años después, él sigue estando equivocado.
Desde repactaciones sin consentimiento, pasando por créditos con intereses usureros, carreras universitarias sin campo laboral o “ajustes de sencillo”, demuestran con claridad que todas esas industrias tiene una base en la obtención de ganancias ilegitimas, ganancias que exprimen el esfuerzo de las personas, exprimen su energía trasformada en dinero por medio del trabajo asalariado. A la vez, una parte importante de estas industrias explotan a sus trabajadores, imponiendo jornadas de trabajo extenuantes, impidiendo la organización sindical o, simplemente, no respetando el derecho a la silla.
De esta manera, es posible pensar que un porcentaje, por ahora difícil de evaluar, del tan aclamado crecimiento de la economía chilena proviene de la obtención ilegitima de ganancias. Esto ocurre en el concierto de una ideología capitalista en la cual la única meta es maximizar las ganancias, en el marco de un Capitalismo Antropófago que se alimenta de los ciudadanos comunes.
Ciertamente que esto en gran medida se debe a que esta Ideología ha permeado al Estado, ya que si bien en muchos casos existen leyes que definen lo que es legítimo, el mismo Estado no se ha dotado de los instrumentos, personal ni recursos para fiscalizar el cumplimento de las leyes y proteger a sus ciudadanos. En el siglo XVII Thomas Hobbes propuso que pese a que “el Hombre es el Lobo del Hombre” tiende a ser racional y darse un orden, los Estados o las Repúblicas, que viene a “…ser un hacinamiento del poder resultante del egoísmo colectivo”. Lamentablemente más de 400 años después, él sigue estando equivocado.
miércoles, 25 de mayo de 2011
MODIFICACIONES A LA LEY DE MONUMENTOS NACIONALES
MODIFICACIONES A LA LEY DE MONUMENTOS NACIONALES
En el reciente contexto en que se planifica un cambio a la Ley de Monumentos Nacionales, la Sociedad Chilena de Arqueología ha quedado de proponer algunos cambios que desde la perspectiva de arqueólogos podemos ofrecer. Reflexionando sobre el tema, me parece que algunas de las siguientes ideas pueden significar un cambio radical en la protección del patrimonio arqueológico.
1) Considerando que de acuerdo a la Ley el patrimonio Arqueológico en su totalidad es propiedad del Estado, creo que una manera de mejorar y agilizar su gestión seria creando un Instituto Chileno de Arqueología y Paleontología. Si el Estado es dueño de algo tan basto como el registro arqueológico y paleontológico, sería razonable que tuviera una institucionalidad especialmente dedicada a él, probablemente dependiente del Ministerio de Cultura o, incluso, del de Bienes Nacionales.
2) Esta Institución tendría al menos tres misiones, dos que ya cumple el CMN y una nueva: 1) Velar por la protección del patrimonio arqueológico (conservación, permisos de intervención, promoción y difusión, etc.), 2) Ser el organismo con competencia ambiental en lo referente a la evaluación de impactos ambientales y 3) Construir un Catastro Nacional del registro arqueológico, con el fin de hacer pública una clasificación del territorio en función a su riqueza arqueológica, sus vulnerabilidad y potenciales. Esto debiera incluir un programa nacional de prospección en terreno.
3) La creación de una glosa especifica en el presupuesto de la Nación para el funcionamiento adecuado de dicha institución, con los montos adecuados para que se puedan cumplir a cabalidad las tres misiones antes definidas.
4) Esta institución debiera mantener el espíritu de complementariedad entre el mundo público y privado que se expresa hoy en el CMN con la participación tanto de funcionarios estatales, como de representantes de instituciones sin fines de lucro del área (la Sociedad Chilena de Arqueología, el Colegio de Arquitectos, etc.). No obstante, creo que participación de personas ad honorem debiera centrase en la formación de políticas, señalando lineamientos generales y, en general, tener una visión de conjunto de los problemas del tema. Esto significa que las decisiones concretas debieran estar a cargo de una planta profesional (…lo que no es otra cosa que sincerar lo que ocurre hoy…) debidamente acreditada y bien remunerada. Esta planta profesional, podría tener entre sus posibilidades recurrir a especialistas del mundo académico y privado en la medida que la especificidad de los temas así lo demanden.
5) La creación de incentivos a particulares que protejan este patrimonio propiedad de Estado. En el caso de las empresas o de los propietarios de los terrenos donde se encuentren sitios, esto podría ser vía descuentos impositivos en relación a lo invertido en la protección de los sitios. Al aplicar esto al SEIA, aquellas empresas que opten por proteger los sitios en vez de impactarlos podrían aplicar esos costos a rebajas impositivas. No impactar, por ejemplo cambiando el trazado de un camino o ducto, podría señalarse como un costo de protección.
6) Crear un sistema de acreditación de profesionales arqueólogos, el permitiría entregar a los investigadores a los cuales se les ha otorgado permisos relacionados con el EIA una mayor capacidad de tomar decisiones propias y disminuir los pasos de aprobación de los estudios. Este sistema de acreditación debiera asegurar que los profesionales cumplan cabalmente con la necesidad de proteger el Patrimonio Arqueológico de propiedad estatal. Se debiera hacer periódicas evaluaciones de quienes están acreditados, existiendo la posibilidad de perder la acreditación. Por otra parte, los informes de aquellos profesionales no acreditados estarían sujetos a un mayor proceso de control y de decisiones por parte de la autoridad. Esto no es nuevo y en muchas profesiones hay certificaciones hechas por las autoridades.
7) En su función de protección del patrimonio arqueológico, este Instituto Chileno de Arqueología debiera ser quien lleva a cabo la Evaluación del Impacto Ambiental, cargando los costos de dicho trabajo a las empresas o particulares que presenten los proyectos. Con estos recursos este Instituto licitaría los estudios concretos entre profesionales arqueólogos. Sin duda una modificación como esta no tiene mucho futuro en la actual ideología sobre el Estado, pero a mí personalmente me parece que es la manera en que el propietario de los bienes arqueológicos, el Estado, debiera actuar en la protección de sus intereses y no trasferir esa responsabilidad a privados que llevan a cabo proyectos que generan el impacto ambiental.
Luis E. Cornejo B.
Arqueólogo
En el reciente contexto en que se planifica un cambio a la Ley de Monumentos Nacionales, la Sociedad Chilena de Arqueología ha quedado de proponer algunos cambios que desde la perspectiva de arqueólogos podemos ofrecer. Reflexionando sobre el tema, me parece que algunas de las siguientes ideas pueden significar un cambio radical en la protección del patrimonio arqueológico.
1) Considerando que de acuerdo a la Ley el patrimonio Arqueológico en su totalidad es propiedad del Estado, creo que una manera de mejorar y agilizar su gestión seria creando un Instituto Chileno de Arqueología y Paleontología. Si el Estado es dueño de algo tan basto como el registro arqueológico y paleontológico, sería razonable que tuviera una institucionalidad especialmente dedicada a él, probablemente dependiente del Ministerio de Cultura o, incluso, del de Bienes Nacionales.
2) Esta Institución tendría al menos tres misiones, dos que ya cumple el CMN y una nueva: 1) Velar por la protección del patrimonio arqueológico (conservación, permisos de intervención, promoción y difusión, etc.), 2) Ser el organismo con competencia ambiental en lo referente a la evaluación de impactos ambientales y 3) Construir un Catastro Nacional del registro arqueológico, con el fin de hacer pública una clasificación del territorio en función a su riqueza arqueológica, sus vulnerabilidad y potenciales. Esto debiera incluir un programa nacional de prospección en terreno.
3) La creación de una glosa especifica en el presupuesto de la Nación para el funcionamiento adecuado de dicha institución, con los montos adecuados para que se puedan cumplir a cabalidad las tres misiones antes definidas.
4) Esta institución debiera mantener el espíritu de complementariedad entre el mundo público y privado que se expresa hoy en el CMN con la participación tanto de funcionarios estatales, como de representantes de instituciones sin fines de lucro del área (la Sociedad Chilena de Arqueología, el Colegio de Arquitectos, etc.). No obstante, creo que participación de personas ad honorem debiera centrase en la formación de políticas, señalando lineamientos generales y, en general, tener una visión de conjunto de los problemas del tema. Esto significa que las decisiones concretas debieran estar a cargo de una planta profesional (…lo que no es otra cosa que sincerar lo que ocurre hoy…) debidamente acreditada y bien remunerada. Esta planta profesional, podría tener entre sus posibilidades recurrir a especialistas del mundo académico y privado en la medida que la especificidad de los temas así lo demanden.
5) La creación de incentivos a particulares que protejan este patrimonio propiedad de Estado. En el caso de las empresas o de los propietarios de los terrenos donde se encuentren sitios, esto podría ser vía descuentos impositivos en relación a lo invertido en la protección de los sitios. Al aplicar esto al SEIA, aquellas empresas que opten por proteger los sitios en vez de impactarlos podrían aplicar esos costos a rebajas impositivas. No impactar, por ejemplo cambiando el trazado de un camino o ducto, podría señalarse como un costo de protección.
6) Crear un sistema de acreditación de profesionales arqueólogos, el permitiría entregar a los investigadores a los cuales se les ha otorgado permisos relacionados con el EIA una mayor capacidad de tomar decisiones propias y disminuir los pasos de aprobación de los estudios. Este sistema de acreditación debiera asegurar que los profesionales cumplan cabalmente con la necesidad de proteger el Patrimonio Arqueológico de propiedad estatal. Se debiera hacer periódicas evaluaciones de quienes están acreditados, existiendo la posibilidad de perder la acreditación. Por otra parte, los informes de aquellos profesionales no acreditados estarían sujetos a un mayor proceso de control y de decisiones por parte de la autoridad. Esto no es nuevo y en muchas profesiones hay certificaciones hechas por las autoridades.
7) En su función de protección del patrimonio arqueológico, este Instituto Chileno de Arqueología debiera ser quien lleva a cabo la Evaluación del Impacto Ambiental, cargando los costos de dicho trabajo a las empresas o particulares que presenten los proyectos. Con estos recursos este Instituto licitaría los estudios concretos entre profesionales arqueólogos. Sin duda una modificación como esta no tiene mucho futuro en la actual ideología sobre el Estado, pero a mí personalmente me parece que es la manera en que el propietario de los bienes arqueológicos, el Estado, debiera actuar en la protección de sus intereses y no trasferir esa responsabilidad a privados que llevan a cabo proyectos que generan el impacto ambiental.
Luis E. Cornejo B.
Arqueólogo
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Ley de Monumentos Nacionales
domingo, 3 de abril de 2011
¿PORQUE ES PATRIMONIO EL PATRIMONIO?
Durante la semana pasada se realizó en Iquique la I Reunión Técnica Iglesias del Altiplano organizada por el CMN y el MOP la que se enfocó en discutir las relaciones entre la puesta en valor de las iglesias patrimoniales de las I, II y XV regiones y el rescate y preservación del patrimonio arqueológico que en ellas se encuentra. En ese contexto se hizo evidente que es necesario avanzar en comprender más claramente porque dichos monumentos históricos y arqueológicos son efectivamente un Patrimonio de la Nación, más allá de hecho evidente que en Chile la ley define por que todo lo arqueológico es Patrimonio del Estado.
Para todos parece obvio que evidencias de cultura material de pasado, ya sean iglesias, sitios arqueológicos o colecciones en museos, son Patrimonio en la medida que son bienes de los cuales es posible obtener algún provecho económico. Estos monumentos suelen ser una atracción para el público, ya sea por razones educativas, de goce estético o simplemente de esparcimiento, por la cual pueden ser incorporados dentro de circuitos turísticos y convertirse en un factor de desarrollo. De esta manera el Patrimonio es tal en la medida que tiene un valor posible de transar. Hoy es evidente que para el Estado ésta es la concepción del Patrimonio que parece más significativa, lo que es evidente en las decisiones de inversión en la restauración y puesta en valor de Monumentos, donde la principal características de dichos Monumentos es que tengan una rentabilidad.
En un plano más complejo el Patrimonio es reconocido como un factor de identidad cultural. Los Monumentos son parte del entorno cultural en que los individuos de una sociedad se crían, es uno de los elementos que dibujan el escenario donde se forma el habitus y, por lo tanto, es Patrimonio en la medida en que es constituyente de la propiedad cultural de las personas. Este valor patrimonial en tal vez menos universalmente reconocido en Chile, especialmente cuando se trata de monumentos de origen no europeo, ya sea precolombino o indígena. En la ideología dominante en Chile evidentemente es parte de la identidad de un habitante de Santiago lugares como la iglesia de San Francisco o el Museo de Bellas Artes, pero tal vez no el pukara de Chena la cueva de Piuquenes. En algunas regiones, sin embargo, los Monumentos arqueológicos sí son claramente reconocidos como un Patrimonio en este sentido, especialmente en el Norte Grande, donde geoglifos, arte rupestre o pukaras probablemente sí están incrustados en la cultura de sus habitantes. Rapa Nui en este sentido es obviamente una realidad a parte.
Por último existe una concepción del Patrimonio escasamente reconocida a nivel público o de las políticas estatales. Este nivel tiene que ver exclusivamente con el conocimiento científico sobre el pasado, cuestión que al contrario de lo que muchos piensan no es una cuestión de interés únicamente de arqueólogos o historiadores. Esto se relaciona con eventos ocurridos a finales del siglo XIX cuando Marx, Darwin y otros pensadores cambiaron la fuente para nutrir la discusión sobre la condición humana, desde la filosofía y la religión a la historia. De esta manera, detrás del aparente sinsentido de la acumulación de conocimiento científico sobre la historia y la prehistoria está una de las bases para pensar y discutir la condición en que los humanos vivimos en el presente y, de este modo, construir una utopía para el futuro. En esta visión, la cultura material del pasado es Patrimonio en la medida que a partir de ella podemos intentar comprender situaciones sociales distintas a las actuales, ya sean porque el registro escrito, con fuerte tendencia a ser una versión oficial, lo ha ignorado o simplemente porque han desaparecido. En esta línea, el registro arqueológico es Patrimonio porque es la única manera de acceder a formas de vida social actualmente imposibles de aprender por otros medios y que nos brindan un inmejorable medio de contraste para nuestra propia existencia. Los seres humanos somos historia y no es un simple eslogan el hecho que la única manera de avanzar es mirar hacia atrás.
Luis E. Cornejo B.
03 Abril 2011
Para todos parece obvio que evidencias de cultura material de pasado, ya sean iglesias, sitios arqueológicos o colecciones en museos, son Patrimonio en la medida que son bienes de los cuales es posible obtener algún provecho económico. Estos monumentos suelen ser una atracción para el público, ya sea por razones educativas, de goce estético o simplemente de esparcimiento, por la cual pueden ser incorporados dentro de circuitos turísticos y convertirse en un factor de desarrollo. De esta manera el Patrimonio es tal en la medida que tiene un valor posible de transar. Hoy es evidente que para el Estado ésta es la concepción del Patrimonio que parece más significativa, lo que es evidente en las decisiones de inversión en la restauración y puesta en valor de Monumentos, donde la principal características de dichos Monumentos es que tengan una rentabilidad.
En un plano más complejo el Patrimonio es reconocido como un factor de identidad cultural. Los Monumentos son parte del entorno cultural en que los individuos de una sociedad se crían, es uno de los elementos que dibujan el escenario donde se forma el habitus y, por lo tanto, es Patrimonio en la medida en que es constituyente de la propiedad cultural de las personas. Este valor patrimonial en tal vez menos universalmente reconocido en Chile, especialmente cuando se trata de monumentos de origen no europeo, ya sea precolombino o indígena. En la ideología dominante en Chile evidentemente es parte de la identidad de un habitante de Santiago lugares como la iglesia de San Francisco o el Museo de Bellas Artes, pero tal vez no el pukara de Chena la cueva de Piuquenes. En algunas regiones, sin embargo, los Monumentos arqueológicos sí son claramente reconocidos como un Patrimonio en este sentido, especialmente en el Norte Grande, donde geoglifos, arte rupestre o pukaras probablemente sí están incrustados en la cultura de sus habitantes. Rapa Nui en este sentido es obviamente una realidad a parte.
Por último existe una concepción del Patrimonio escasamente reconocida a nivel público o de las políticas estatales. Este nivel tiene que ver exclusivamente con el conocimiento científico sobre el pasado, cuestión que al contrario de lo que muchos piensan no es una cuestión de interés únicamente de arqueólogos o historiadores. Esto se relaciona con eventos ocurridos a finales del siglo XIX cuando Marx, Darwin y otros pensadores cambiaron la fuente para nutrir la discusión sobre la condición humana, desde la filosofía y la religión a la historia. De esta manera, detrás del aparente sinsentido de la acumulación de conocimiento científico sobre la historia y la prehistoria está una de las bases para pensar y discutir la condición en que los humanos vivimos en el presente y, de este modo, construir una utopía para el futuro. En esta visión, la cultura material del pasado es Patrimonio en la medida que a partir de ella podemos intentar comprender situaciones sociales distintas a las actuales, ya sean porque el registro escrito, con fuerte tendencia a ser una versión oficial, lo ha ignorado o simplemente porque han desaparecido. En esta línea, el registro arqueológico es Patrimonio porque es la única manera de acceder a formas de vida social actualmente imposibles de aprender por otros medios y que nos brindan un inmejorable medio de contraste para nuestra propia existencia. Los seres humanos somos historia y no es un simple eslogan el hecho que la única manera de avanzar es mirar hacia atrás.
Luis E. Cornejo B.
03 Abril 2011
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