miércoles, 27 de julio de 2011

CAPITALISMO ANTROPÓFAGO

En los últimos años Chile ha exhibido cifras macroeconómicas que tiene satisfechos a muchos. En términos de crecimiento le país pareciera que se acerca a aquellos países definidos como Desarrollados. No obstante, a la luz de recientes acontecimientos en el mundo de Comercio, es necesario preguntarse cómo se ha erigido ese crecimiento. Si bien una parte de esas cifras proviene de actividades productivas (industria manufacturera, agricultura, etc.), otra parte proviene del comercio, la prestación de servicios y la banca, actividades donde las prácticas abusivas se han empezado a hacer cada día más evidentes.

Desde repactaciones sin consentimiento, pasando por créditos con intereses usureros, carreras universitarias sin campo laboral o “ajustes de sencillo”, demuestran con claridad que todas esas industrias tiene una base en la obtención de ganancias ilegitimas, ganancias que exprimen el esfuerzo de las personas, exprimen su energía trasformada en dinero por medio del trabajo asalariado. A la vez, una parte importante de estas industrias explotan a sus trabajadores, imponiendo jornadas de trabajo extenuantes, impidiendo la organización sindical o, simplemente, no respetando el derecho a la silla.

De esta manera, es posible pensar que un porcentaje, por ahora difícil de evaluar, del tan aclamado crecimiento de la economía chilena proviene de la obtención ilegitima de ganancias. Esto ocurre en el concierto de una ideología capitalista en la cual la única meta es maximizar las ganancias, en el marco de un Capitalismo Antropófago que se alimenta de los ciudadanos comunes.

Ciertamente que esto en gran medida se debe a que esta Ideología ha permeado al Estado, ya que si bien en muchos casos existen leyes que definen lo que es legítimo, el mismo Estado no se ha dotado de los instrumentos, personal ni recursos para fiscalizar el cumplimento de las leyes y proteger a sus ciudadanos. En el siglo XVII Thomas Hobbes propuso que pese a que “el Hombre es el Lobo del Hombre” tiende a ser racional y darse un orden, los Estados o las Repúblicas, que viene a “…ser un hacinamiento del poder resultante del egoísmo colectivo”. Lamentablemente más de 400 años después, él sigue estando equivocado.