La cultura visual, ya sea la tapa de un libro, los diseños de la ropa o una pintura, nos habla de la ideología de quienes la produjeron. Seleccionar que color utilizar, los diseños aplicados o el gesto de quienes son representados no es una acto arbitrario, sino que una opción guiada por la forma ver el mundo de quien construye dicha obra.
Recientemente, en la ciudad de Santiago he visto perplejos como el anterior enunciado se hace más evidente que nunca. En el territorio de la Comuna de Providencia se ha desplegado una campaña municipal de promoción de la comuna, bajo el lema “Me encanta Providencia”, la que aparece en paletas iluminadas junto a paraderos de microbuses y en diversos lugares estratégicos. Este lema está acompañado con una foto de gran tamaño de una persona que presenta una relajada sonrisa, sobre un fondo blanco que trasmite mucha luz.
En principio esta propaganda no me pareció nada especial, pero al cruzarme con ella en varias calles de esta comuna por donde transito, de pronto emergió un patrón en la selección de las personas utilizadas en las fotos, el cual se puede demostrar por las cosas que dichas personas no son o no tienen:
1) Ninguna tiene la piel morena
2) Ninguna tiene rasgos indígena, africanos, árabes o de cualquier otro grupo racial distinto al europeo
3) Ninguno es crespo
4) Ninguno de los hombres presenta barba
Este patrón, por medio de las personas elegidas, normalmente conocidas dentro de la industria de la publicidad como “modelos”, precisamente trasunta cual es el “modelo” de persona que la Municipalidad de esta comuna define como su ideario de habitante. Pecando de ingenuo, es muy probable que cuando la empresa publicitaria mostró a las autoridades edilicias esta propaganda, a los funcionarios no les pareció extraño que las características arriba reseñadas no estuvieran presentes. En su imaginario únicamente ser blanco de aspecto europeo es aceptable para representar a la población de esta comuna.
La cultura visual es inevitablemente un acto político, un medio de trasmitir un ideario de sociedad y establecer los límites de lo aceptable. De este modo, parece que las autoridades de Providencia revelan un pensamiento racista, tratando simbólicamente de establecer un territorio idealmente “blanco”, en el medio de una ciudad mestiza y morena.
Luis E. Cornejo B.
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